Friday, January 30, 2009

A5. Amor de Dios: Amar a Dios en Salud y Enfermedad




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Dios ha creado al hombre para hacerlo partïcipe de su gloria y de su felicitad infinita; y por ello lo ha querido inteligente y libre, ¨a su imagen y semejanza¨.

Dios nos ha creado para amarle a El y a todo lo que Dios ama, especialmente a los hombres.

La prueba de que hemos sido creados para amar es que Dios nos da para ello, con mucho las mayores facilidades.

Si para amar a Dios necesitáramos tener buena salud en el cuerpo, los enfermos nunca podrían hacerlo, y son precisamente ellos los que de ordinario más unidos están con Dios, pues experimentan al vivo la fragilidad humana y acuden con más frecuencia a El, ¨si el afligido invoca al Señor El lo escucha y lo salva de sus angustias¨.

Para agradar a Dios no es preciso tener muchos millones de oro y plata; si así fuese, los pobres, que son inmensidad, quedarían excluidos, y son ellos los más aptos para amarle, al no tener los impedimentos de las riquezas y experimentar necesidad se sienten impelidos a acudir al único que puede remediar todas sus necesidades y Dios no los abandona. ¨Los que confían en el Señor son como el monte Sión, no tiembla está asentado para siempre¨. Pero no solamente por ser pobres están asegurados: Pobre era el ladrón que desde la cruz insultaba a Cristo; es necesario poner la confianza en el Señor.

No hace falta ser ingeniero, médico o tener muchos estudios para amar a Dios, basta reconocer que dependemos de El y hacer con su ayuda lo poquito que podemos hacer. En cuanto al amor al prójimo, Jesucristo nos da una regla segura: ¨tratad a los demás como queréis que ellos os traten¨.

Sí, hemos sido creados para amar. El mismo Todopoderoso nos lo manda: Ämarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser¨. ¨Amarás a tu prójimo como a ti mismo¨. Este doble mandamiento o este único mandamiento con doble dirección Cristo lo ha cumplido con suma e inmejorable perfección. Por eso Jesucristo es nuestro infalible e insustituible modelo. ¨Mi Padre me ama porque yo hago siempre lo que le agrada¨. ¨Amaos los unos a los otros como yo os he amado¨.

Jesucristo es nuestro modelo y nuestra ayuda infalible. Si le pedimos que nos toque el gordo de la lotería lo más seguro será que no nos escuche; pero si le pedimos insistentemente con humildad y confianza que nos ayude a realizar, ïntegro, el plan que el Padre tiene proyectado para cada uno de nosotros, es imposible que no nos atienda hasta conseguir todo el fruto que desea producir por nuestro medio.

Que la Virgen María, en quien se realizó con plenitud el plan de Dios, nos ayude para que también en nosotros se cumpla íntegro.


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