Muchos son los oprimidos en el mundo, muchísimos los que padecen alguna clase de esclavitud, incontables los que luchan y trabajan por sólo motivos caducos y terrenos olvidando lo trascandente, lo eterno, lo único que tiene y puede darnos la auténtica y plena felicidad. Consecuentemente hacen falta muchos cristianos ¨liberadores¨.
Por nuestra condición de religiosos estamos en óptimas condiciones para ser ¨liberadores¨de todos los que de una u otra forma se sienten oprimidos y de cuantos consciente o inconscientemente caminan sin rumbo en la vida exponiéndose a malgastar la vida presente y a perder la dicha plena y eterna.
Pero solamente si nos unimos aportando cada uno lo que hemos recibido de Dios podremos ser en verdad ¨liberadores¨. para ello necesitamos mucha fe, para poderla transmitir, y la fe crece ante todo con la oración. En la historia de todas las personas que se han distinguido por su fidelidad a Dios y por ser liberadores -es decir- los santos, no hay ni una sola que no haya llevado intensa vida de oración.
En el trato con Dios han sacado siempre la fuerza para amar a todos y cada uno de los hombres, para poner en práctica las enseñanzas de la Iglesia ayudando a toda persona necesitada, dentro de su radio de acción, con el remedio oportuno.
Es la fe la que unifica y da plenitud de sentido al misterio del hombre en su totalidad. Es Jesucristo quien ¨manifiesta el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación¨(Gaudium et spes, 22; Redemtor hominis, 8).
Si a toda persona se la conoce con el trato, a la persona más excelente, Jesucristo, fuente única de todo el Bien, precisa un trato exquisito y continuo para conocerlo.
¨Dime con quien andas y te diré quien eres¨, que nuestra compañía sea, lo más posible Jesús y María y poco a poco nos iremos transformando en vida de Jesús y vida de María. Y ya en esta vida, en paz y esperanza, gozaremos un poquito de la inmensa e inagotable dicha que Ellos disfrutan en el cielo y que a todos nos aguarda para siempre.
No comments:
Post a Comment