Tuesday, March 10, 2009

E2. A Cristo por María: El misterio de José y María






¨No nos fijamos en lo que se ve, sino en lo que no se ve. Lo que se ve es transitorio; lo que no se ve es eterno¨(2Cor 4,18).

José y María caminaban con los ojos abiertos para no tropezar, se fijaban en las piedras y baches a fin de esquivarlos; pero con los ojos de la fe miraban con más interés para ver en todo momento al que por naturaleza es el invisible a los ojos físico del ser humano.

El matrimonio, modelo perfecto e insuperable para todos los tiempos, recordaban la Palabra de Dios leída en la Biblia y con frecuencia la traían a la memoria para llevarla a la práctica. ¨¡Señor, Dios de Israel! Ni arriba en el cielo ni abajo en la tierra hay un Dios como tú, fiel a la alianza con sus vasallos, si caminan de todo corazón en tu presencia¨(IR 8,23).

José y María son los vasallos predilectos del único que es Todopoderoso y todomisericordioso, porque ellos caminan siempre con el corazón íntegro puesto en la presencia de su amadísimo Señor. No fueron hombres de muchas palabras, pero sí de continuas y maravillosas obras.

El silencio bueno es la palabra más elocuente. No todo siliencio es bueno. El que calla para preocuparse sólo en si mismo sin pensar en Dios ni en las necesidades de sus hermanos, tanto próximos como lejanos; ese silencio es malo, empobrecedor, egoísta, fomenta el narcisismo, poco a poco va insensibilizándose ante las necesidades del prójimo, Dios muere en su vida, y puede llegar hasta olvidarse por completo de hacer el bien.

El silencio bueno es el de José y María, un silencio que les llevaba a estar contemplando en todo momento al sumo y eterno Bien, a vivir en su presencia, a escucharle y obedecerle continuamente, a no separarse jamás de su compañía. Y Dios, que nunca se deja ganar en generosidad, a quienes le sirven con fidelidad, los colma de tanta dicha que es para ellos un festín, tanto que sólo Él sabe y puede hacerlo.

¨Dime con quien andas y te diré quien eres¨. El Matrimonio de nazaret vivía siempre con Dios, esto es: con toda la Verdad, toda la Sabiduría, todo el Amor, toda la Luz, todo el Poder todo el Bien todo la Alegría, toda la Felicidad y la Fuente infinita y eterna de todo lo bueno y bello que podamos apetecer e imaginar; todo eso e infinitamente más.

El trato con el Amado les movía a José y María a preocuparse de ¨los hombres que Dios ama¨, a tener sus mismas preferencias, a tratar de remediar toda necesidad que podían.

El estar unidos a Dios no les libró pasar por muchas y grandes pruebas, tampoco sabían todo sobre Jesús, y ni siquiera lo saben ahora en el Cielo, pero si muchísimo más que cuando vivían en la tierra. ¨Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo¨. La eternidad del cielo la viviremos plenamente felices, viendo siempre cosas nuevas de Dios, pero sin llegar nunca a conocer todo sobre Dios. Solamente hay tres personas distintas con una sola naturaleza divina que losaben y lo sabrán siempre, eternamente todo: La Santísima e indivisa Trinidad.

¨Clara es la sabiduría, la ven fácilmente los que la aman, y la encuentran los que la buscan. Se anticipa a darse a conocer a los que la desean¨(Sb 6, 13-14).

La sabiduría que quiere Dios que amemos y busquemos es la solicitud amorosa por conocer nuestros propios deberes, sin que le falte nunca el esfuerzo necesario para llevar a cabo, con la perfección que nos sea posible, momento tras momento la tarea de cada día. Los deberes para con nuestro Creador, para con nuestros prójimos, con nosotros mismos, con todo lo creado. Conocerlos y cumplirlos, esa es nuestra principal y única tarea aquí en la tierra.

José y María son nuestro perfectos e infalibles modelos en el cumplimiento de su propia tarea. Como amaban y se esforzaban por realizar su tarea, Dios les salía al encuentro y les daba la fuerza necesaria y eficaz que necesitaban para cubrir siempre con éxito la etapa de cada día.

¨Señor, pequé, ten misericordia de mí¨. ¨Lávame y quedaré más blanco que la nieve¨.

¨Una nube ingente de espectadores nos redea: por tanto, quitémonos lo que nos estorba y el pecado que nos ata, y corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, sin miedo a la ignominia, y ahora está entado a la derecha del Padre¨(Hb 12,1-2).

Los hombres, muchas veces, cuando pensamos que nadie nos ve, nos comportamos de diferente manera que viviendo en público y entre personas educadas. La palabra de Dios nos dice que todas las personas del cielo, las que están total y definitivamente unidas con el Señor, estemos donde estemos, solos o acompañados, continuamente nos están viendo. Lo que aparece a simple vista y también: las debilidades, los defectos y las intenciones más intimas de nuestro corazón. Si tuviéramos presente que Dios no solamente nos ve sino que además nos ama a todos y a todas infinitamente y que siempre está deseando que recurramos a El, ¨otro gallo nos cantara¨.

José, el carpintero de Nazaret, y su esposa la Virgen y Madre de Dios caminaron con tal perfección en la presencia del Señor que nadie ha habido ni habrá que les pueda igualar.


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