Tuesday, March 10, 2009

E5. A Cristo por María: La devoción a la Virgen Madre de Dios





¨Tributarán (los religiosos) un clulto especial, también mediante el rezo del santo rosario, a la Virgen Madre de Dios, modelo y amparo de toda la vida consagrada¨(Derecho Canónico c. 663,4).

La Iglesia nos pone como modelo y amparo a la Virgen María. No nos cansemos de contemplarla ni de invocar su ayuda. Tampoco pensemos que puede ser un retraso para ir a Dios y que sin Ella lo podremos conseguir mejor, porque María sabe mejor que nadie que todo lo que tiene es de dios y siempre está dándose toda entera al Señor y por eso Dios deposita en Ella todo su amor, porque sabe que no le robará ni se apropiará nada para sí. ¨Porque ha mirado la humillación de su esclava¨.

Nosotros decimos: María, y Ella dice Dios. La Virgen es para nosotros como un potente elevador. Nuestra débil fe, nuestra raquítica esperanza y el mezquino amor que tenemos, María lo transforma y eleva a una fe que todo lo puede, una esperanza que de Dios todo lo alcanza y un amor sublime que nos lleva a colaborar sin cesar con Jesucristo, conformándonos siempre con lo que Dios dispone, y a pedir únicamente lo que es conforme al divino querer.

¨La Inmaculada Virgen María, hija y sierva del Padre, madre del Hijo y esposa del Espíritu Santo, convertida en iglesia, según la expresión de San Francisco, sea venerada singularmente, sobre todo con el culto litúrgico y el rosario; y promovamos su devoción entre el pueblo. Ella es, en realidad, nuestra madre y abogada, patrona de nuestra Orden, copartícipe de lo pobreza y pasión de su Hijo y, como lo prueba la experiencia, senda que conduce a la consecución del Espíritu de Cristo pobre y crucificado¨. (Const. 54,3).

Cuando le decimos ¨llena eres de gracia¨; prolongamos el saludo del Ángel, y María siente una alegría tan grande que es como si se derritiese de puro gusto. Y al repetir una y otra vez: ¨Madre de Dios¨, Ella queda mirando fija al Señor y alcanzándonos su generoso perdón, al mismo tiempo que nos ayuda a aceptar siempre la voluntad divina para que seamos colmados de la bondad de dios y cada vez estemos más cerca de repetirle, siempre con creciente amor y confianza: ¨Santa María Madre de Dios ruega por nosotros peacadores¨.

María de Nazaret nunca está sola, continuamente como extasiada está contemplando al Señor, cuidando siempre los intereses divinos como sus únicos intereses. Por eso acudir a la Virgen María sin querer nada con Dios es hacerle la mayor traición.


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