Thursday, March 12, 2009

G4. Vida Religiosa Consagrada: La perfección dentro del propio estado






¨Quedan, pues, invitados ya aun obligados todos los fieles cristianos a buscar insistentemente la santidad y la perfección dentro del propio estado. Estén todos atentos a encauzar rectamente sus afectos, no sea que el uso de las cosas del mundo y un apego a las riquezas contrario al espiritu de pobreza evangélica les impida la prosecución de la caridad perfecta¨(Lumen gentium 42).

La Iglesia, nuestra madre, continuamente nos enseña y nos insta a vivir conformes con el querer divino, a renunciar a nuestros propios criterios y tener como únicos critierios los de Jesucristo, los del Evangelio.

Esforzarse en pensar como Jesús, en obrar como El, es una vida llena de fascinantes emociones y de la más sana alegría.

No importa que tengamos poco o casi nada, lo importante es que pongamos todo -cuanto somos y tenemos- a disposición de Jesús Nazareno.

Todo cuanto de bueno tiene el hombre:  fuerza, sabiduria, amor... es un regalo de Dios.

Nadie se aflija porque tiene poco o porque sabe poco; lo importante es ponerse totalmente a disposición del Señor. Si hacemos nuestra la voluntad de Dios si nos esforzamos siempre por hacer lo que El quiere y como Él lo quiere, obraremos con la fuerza de Dios, con la sabiduria divina, con el amor de la Santisima Trinidad.

Cuanto más unificada está nuestra voluntad con la de Dios mayor es nuestra perfección. Siempre que nos demos cuenta que nuestros deseos no son los mismos de Dios, que nuestro obrar no es correcto, debemos detestar lo malo que hay en nosotros y sin más ya estamos coincidiendo con la voluntad del Señor; pues Dios siempre ama el bien y sin cesar aborrece el mal.

¨Dios quiere que todos los hombres se salven¨. Para hacer nuestra la voluntad divina, todas nuestras obras y oraciones de cada día deben ir encaminadas a que, en cuanto de nosotras depende, todas las personas de este mundo y cuantas vendrán hasta el fin se salven. Que nuestros pensamientos, palabras y obras todo sea por la causa de Jesús y el reinado de María.

Señor y Dios nuestro, que elegiste a María, la siempre Virgen, como Madre tuya, concédenos ¨entregarnos como Ella al servicio de tu plan de salvación sobre los hombres¨. Por Jesucristo nuestro Señor.


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