Friday, March 13, 2009

G5. Vida Religiosa Consagrada: Vida obediente en la Iglesia






¨Los institutos de vida consagrada... Cada uno de sus miembros está obligado a obedecer al Sumo Pontífice, como a su Supremo superior, también en virtud del vínculo sagrado de obediencia¨(Derecho Canónico c. 590).

¨Este obsequio religioso de la voluntad y del entendimiento de modo particular ha de ser prestado al magisterio auténtico del romano Pontifice aun cuando no hable excathedra; de tal manera que se reconozca con reverencia su magisterio supremo y con sinceridad se preste adhesión al parecer expresado por él¨(Lumen gentium 25).

La unión hace la fuerza; unidos en programas e intenciones, en la oración y trato con Dios, esforzándonos por llevar a la práctica las enseñanzas y exhortaciones del Papa Juan Pablo II, y las de todos los Ordinarios que estén en conformidad con la doctrina del Romano Pontífice. Así, nuestra fe crecerá sin cesar y será cada vez más fuerte, aumentaremos mucho en la esperanza seguros de alcanzar los bienes eternos que Dios nos ha prometido en abundancia e inagotables, y día a día nuestra constancia en el amor nos dará paz y alegría para vivir y comunicar.

Las cosas se pueden hacer de diferentes maneras; pero si ignoramos las normas que da la autoridad no puede haber unión y sin unión no hay fuerza y sin fuerzas no se puede trabajar por la gloria de Dios, bien nuestro y de los demás.

¨La Regla y vida de los Hermanos Menores es ésta, conviene a saber: guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, viviendo en obediencia, sin propio y en castidad. El hermano Francisco promete obediencia y reverencia al Señor papa Honorio y a sus sucesores que canónicamente entrasen, y a la Iglesia Romana; y los otros hermanos estén obligados a obedecer al hermano Francisco y a sus sucesores¨. (Regla bulada c. I).

En su tiempo, Francisco renovó las costumbres viviendo en plenitud el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo y obedeciendo con cariño filial al Papa y a la Iglesia Romana. Ahora, como entonces, ese es el camino para renovar las costumbres de nuestro tiempo y hacer que la Iglesia presente el bellísimo rostro de Cristo.

Señor de cielo y tierra, Padre de bondad y misericordia, que quieres que todos los hombres se salven y lleguen a la plenitud en el amor y las virtudes de tu Hijo Jesús de Nazaret, concédenos la gracia de tu sabiduría imitando a Jesús y prolongando el ¨sí¨de María Virgen y Madre.


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