Friday, March 13, 2009

H3. Virtudes Cristianas: Sentido de la dignidad de la persona humana






¨La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la unión con Dios. Desde su mismo nacimiento, el hombre es invitado al diálogo con Dios. Existe pura y simplemente por el amor de Dios, que lo creó, y por el amor de Dios, que lo conserva. Y sólo se puede decir que vive en la plenitud de la verdad cuando reconoce libremente ese amor y se confía por entero a su Creador¨(GS 19).

La vocación de toda persona humana es vivir con Dios, contemplar su infinita y extasiante belleza y participar su inmensurable felicidad en su misma vida eterna.

¿Qué bellos! ¿qué maravilloso! Si desde la niñez nuestra vida hubiese sido toda para Dios. Pero nada sacamos con lamentarnos. Lo positivo es que el atraso, más o menos largo, que podamos tener tratemos de ir recuperándolo caminando a mayor velocidad. O lo que es lo mismo, obedeciendo cada vez mejor al Señor.

Dios nos ha dado la vida y en cada momento nos la está conservando. El es la única fuente de la vida y del amor. Reconocer agradecidos, que dependemos totalmente de Dios, y entregarnos libremente a realizar en todo momento la divina voluntad, es vivir ya en este mundo, en la plenitud de la verdad.

Solamente Jesús y María de Nazaret realizaron siempre la voluntad divina. La Virgen María estuvo sin cesar en la plenitud de la verdad. Pero es su Hijo Jesús, Dios y Hombre, nuestro único Salvador, quien nos da la verdad y la libertad.

¨Si os mantenéis en mi palabra seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad y la verdad os hará libres¨(Jn 8, 31-32).

Pidamos insistentemente, con la ayuda de la Virgen María, la gracia de ser siempre, en todo momento y lugar, discípulos de Jesucristo.

¨Ven, Señor, en ayuda de tu pueblo, y, ya que nos has iniciado en los misterios de tu reino, haz que abandonemos nuestra antigua vida de pecado y vivamos, ya desde ahora, la novedad de la vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor¨. (Miércoles de la Cuarta Semana de Pascua. Oración después de la comunión).

¿Esto sí que es estupendo! Poder vivir ya desde ahora la novedad de la vida eterna. Santo Tomás dice que en el cielo estaremos como en ascuas -contentísimos- viendo siempre cosas nuevas.

Pero para vivir aquí y ahora la novedad de la vida eterna es preciso morir a todo pecado, son ellos los que nos esclavizan y nos impiden ser libres y disfrutar de la dicha incomparable que es Dios.

Pidamos muchas veces perdón, confesémonos con frecuencia. Si no nos gusta llevar manchas en la camisa, menos debemos permitir tener pecados ocultos en el corazón. Y ocultos sólo a los hombres que ante Dios todo está patente.


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